domingo, 24 de julio de 2011

No te entiendo, de verdad...!

Esa es la frase que mas me han dicho últimamente. De pequeños todos somos muy simples y nos hacemos entender perfectamente, ya cuando crecemos se tuercen las cosas, pero creo que un pelin demás retorcida debo de ser. Porque no me lo han dicho ni una ni dos personas, hasta mi propia madre y mis mejores amigos. Trato de ser justa pero en el fondo tengo mis pequeñas cosas. Predico madurez y soy muy impulsiva y risueña... aunque bueno, quizás no esté muy reñido eso. Digo "esto se acabó" cuarenta veces hasta que llega el verdadero fin. Muchas veces no se como reaccionar y puedo parecer artificial. Se me pasan los enfados en menos que canta un gallo y tardo relativamente poco en olvidar a la persona en la que llevaba pensando las 24h/de la que estaba enamorada cuatro largos meses (ya pillé el truco a muchas situaciones en la vida, y eso es cómodo aunque dejarse llevar suene demasiado bien y la palabra sorpresa sea la más bonita del mundo). Se supone que precisamente necesito a alguien que me entienda y me pillo por lo más tonto que se me pudo ocurrir... aunque ese tema ya no me preocupa, dejémoslo en manos del tiempo.
Pero, a pesar de todas estas piraduras de pinza y ralladuras de tarro... no me cansaré de repetirlo: lo siento, me encanto y al que no le guste, que no mire (como le digo a mi madre cuando protesta porque le pongo timba en el coche).

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